Marzo 29, 2024
La semana pasada, los expertos alertaron que, a lo largo de estos días, se atravesarían climas inusualmente tormentoso en todo Israel. Foto: Josh Sorenson/Pexels.
El jueves 1 de febrero, el Instituto Israelí de Seguridad y Salud Ocupacional (IIOSH) emitió una alerta por posibles inundaciones ante el clima tormentoso que inesperadamente se extendería en todo el país, pero sobre todo señaló que habría que tomar precauciones en las llanuras costeras del sur, centro y norte del país.
Miki Winkler, director general de IIOSH, explicó que ante esta situación era necesario que todas las autoridades estén preparadas y que hagan un trabajo de evaluación de daños y trabajen en conjunto con los equipos de rescate. “Diferentes lugares de trabajo deben estar preparados según el tipo de trabajo, procesos y condiciones climáticas cambiantes”, aclaró Winkler.
Desde el organismo, recomendaron entre otras cosas, verificar el estado de los techos, reforzar estructuras de madera y metálicas, prevenir la caída de objetos a causa del viento, evitar trabajar en alturas y operar grúas durante estos días.
En años recientes, el aumento de incidentes de inundaciones en Israel se ha vinculado al incremento en la frecuencia de eventos de lluvias extremas, como resultado de la crisis climática.
El clima de la Tierra está cambiando más rápido de lo que esperábamos. Un nuevo estudio dirigido por el Instituto Weizmann de Ciencias revela que las tormentas en el hemisferio sur ya han alcanzado niveles de intensidad que antes se preveían sólo para el año 2080.
El cambio climático dará que hablar en un futuro no tan lejano. Foto: Creative Commons Una treintena de enormes e intrincadas redes informáticas sirven a los científicos que están en la vanguardia de la investigación sobre el cambio climático. Cada red ejecuta un programa informático compuesto por millones de líneas de código. Estos programas son modelos computacionales que combinan las miríadas de fenómenos físicos, químicos y biológicos que en conjunto forman el clima de nuestro planeta. Los modelos calculan el estado de la atmósfera, los océanos, la tierra y el hielo de la Tierra. Lo hacen captando la variabilidad climática pasada y presente y utilizando los datos para predecir el cambio climático futuro.
Estos resultados son analizados por los principales institutos de investigación de todo el mundo, incluido el Instituto Weizmann de Ciencias. Y luego se incorporan al informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Los responsables políticos se basan en el informe del IPCC para elaborar estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático, una de las mayores crisis de nuestra generación.
Un nuevo estudio, publicado hoy en Nature Climate Change, sin duda hará que el IPCC -y otros organismos medioambientales- tomen nota. Un equipo de científicos dirigido por Rei Chemke, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Weizmann, ha revelado una considerable intensificación de las tormentas invernales en el hemisferio sur. El estudio, realizado en colaboración con Yi Ming, de la Universidad de Princeton, y con Janni Yuval, del MIT, seguramente causará sensación en el debate sobre el clima. Hasta ahora, los modelos climáticos preveían una intensificación de las tormentas invernales provocada por el hombre sólo hacia finales de este siglo.
En el nuevo estudio, Chemke y su equipo compararon las simulaciones de los modelos climáticos con las observaciones actuales de las tormentas. Su descubrimiento fue sombrío. Quedó claro que la intensificación de las tormentas en las últimas décadas ya ha alcanzado los niveles previstos para el año 2080.
«Una tormenta de invierno es un fenómeno meteorológico que dura sólo unos días. Individualmente, cada tormenta no tiene mucho peso climático. Sin embargo, el efecto a largo plazo de las tormentas de invierno se hace evidente cuando se evalúan los datos acumulados recogidos durante largos períodos de tiempo», explicó Chemke. De forma acumulada, estas tormentas tienen un impacto significativo, afectando a la transferencia de calor, humedad y momento dentro de la atmósfera, lo que consecuentemente afecta a las distintas zonas climáticas de la Tierra.
«Un ejemplo de ello es el papel que desempeñan las tormentas en la regulación de la temperatura en los polos de la Tierra. Las tormentas de invierno son responsables de la mayor parte del transporte de calor desde las regiones tropicales hacia los polos. Sin su contribución, las temperaturas medias de los polos serían unos 30°C más bajas». Asimismo, la intensificación colectiva de estas tormentas supone una amenaza real y significativa para las sociedades del hemisferio sur en las próximas décadas.
«Elegimos centrarnos en el Hemisferio Sur porque la intensificación registrada allí ha sido más fuerte que en el Hemisferio Norte», dijo Chemke. «No examinamos el Hemisferio Norte. Pero parece que la intensificación de las tormentas en este hemisferio es más lenta en comparación con la del Hemisferio Sur. Si la tendencia persiste, observaremos una intensificación más importante de las tormentas invernales aquí en los próximos años y décadas».
En su laboratorio del Instituto Weizmann, Chemke investiga los mecanismos físicos que subyacen al cambio climático a gran escala. En este estudio, él y sus compañeros de investigación trataron de entender si estos cambios en los patrones climáticos fueron causados por factores externos (como la actividad humana), o si han sido el resultado de las fluctuaciones internas del sistema climático global. Analizaron modelos climáticos que simulaban patrones de intensificación de tormentas bajo la influencia aislada de causas climáticas internas, sin impacto externo. Demostraron que, en los últimos 20 años, las tormentas se han intensificado más rápido de lo que puede explicar el comportamiento climático interno por sí solo.
Además, los investigadores descubrieron el proceso físico que subyace a la intensificación de las tormentas. Un análisis de la tasa de crecimiento de las tormentas demostró que los cambios en las corrientes de chorro atmosféricas de las últimas décadas han provocado estas intensificaciones. Y que los modelos climáticos actuales son incapaces de reflejar estos cambios con precisión.
El estudio de Chemke, Ming y Yuval tiene dos implicaciones inmediatas y considerables. En primer lugar, muestra que no sólo las proyecciones climáticas para las próximas décadas son más graves que las evaluaciones anteriores, sino que también sugiere que la actividad humana podría tener un impacto mayor en el hemisferio sur de lo que se estimaba anteriormente. Esto significa que se requiere una intervención rápida y decisiva para detener el daño climático en esta región. En segundo lugar, es necesario corregir el sesgo de los modelos climáticos para que éstos puedan ofrecer una proyección climática más precisa en el futuro.
¿Podrían los modelos climáticos estar prediciendo incorrectamente otros fenómenos importantes? «Los modelos están haciendo un muy buen trabajo en la predicción de casi todos los parámetros», dice Chemke. «Hemos descubierto un parámetro para el que hay que ajustar la sensibilidad de los modelos. Los cambios en la temperatura, las precipitaciones, el hielo marino y los patrones de las tormentas de verano, por ejemplo, se están simulando con precisión».
Se espera que las conclusiones del estudio ayuden a los investigadores del clima de todo el mundo a corregir el sesgo de los modelos y a crear una predicción más precisa de los patrones climáticos futuros. Además, la comprensión actualizada de la intensificación de las tormentas invernales en las últimas décadas nos ayudará a comprender mejor el estado del clima de la Tierra. Los científicos del clima podrán ahora estimar con mayor precisión la magnitud de los daños que se prevé que cause el cambio climático. Estos daños sólo podrán mitigarse si la humanidad interviene y asume su responsabilidad en el futuro del planeta.
Fuente: Aurora Digital
Pacífico Comunicaciones
Victor Villasante

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