Siguiendo la tradición, las familias judías comen e incluso pasan la noche en su “sucá”, las pequeñas cabañas de madera o tela con techos de hojas de palma, que construyen en sus patios, balcones o incluso en la calle.
Sucot en Kfar Etzíon, Gush Etzíon, Israel Foto: Zachi Evenor Flickr vía Wikimedia Commons CC BY 2.0
Bajo improvisados refugios de madera adornados con guirnaldas multicolores, los judíos de Israel celebraron este domingo su primera noche de Sucot, la festividad de Los Tabernáculos, que conmemora la difícil travesía de su pueblo hasta la tierra prometida tras liberarse de la esclavitud en Egipto.
“Tenemos que terminar el techo antes de que caiga la noche, porque hoy esperamos la primera lluvia del año”, cuenta un judío del barrio de Arnona, en el sur de Jerusalén, mientras coloca junto a sus hijos los finos maderos que cubrirán su refugio.
Este año, tras el ayuno del Yom Kipur (Día del Perdón), la fiesta del Sucot se inició en el atardecer del domingo 9 de octubre y se extenderá durante una semana.
Según la tradición, las familias judías comen e incluso pasan la noche en su “sucá”, las pequeñas cabañas de madera o tela con techos de hojas de palma, que construyen en sus patios, balcones o incluso en la calle.
Con este ritual, buscan imitar las condiciones de vida que padeció su pueblo durante el éxodo bíblico a través del desierto -habitando en tabernáculos- para llegar a su tierra prometida, tras liberarse de la esclavitud en Egipto .
“La sucá viene a recordar que alguna vez no tuvimos lugar, que alguna vez fuimos esclavos, que estuvimos en el desierto sin saber para dónde ir, que vivíamos precariamente y que todavía mucha gente vive así. Es como recordarnos que no siempre hay abundancia y que hay que mantener la humildad”, explica Adriana Naveh.
Para esta judía laica de origen argentino radicada en Jerusalén, el Sucot “es una oportunidad de reunirse con la familia, de brindar”.
Otra explicación para la fiesta, es recordar los tabernáculos que se hacían en los campos durante la época de las cosechas para protegerlas. Así, los agricultores agradecen por la cosecha del año presente y piden a Dios que les envíe lluvias para el año venidero.
En el barrio ultraortodoxo de Mea Shearim, los habitantes se apresuraban a llegar a sus tabernáculos -adornados con imágenes de rabinos célebres y equipados con camas y mesas- llevando hojas de palmito, sauce, mirto y cidro en las manos, que utilizan en bendiciones ceremoniales. EFE
Fuente :Aurora Digital
Pacífico Comunicaciones
Victor Villasante