Sonia Bermúdez, es una científica forense de 64 años que se ha esforzado para brindarle sepultura a quienes no tienen; este cementerio creado por ella se llama “Gente Como Uno”, se localiza en un suelo arenoso en las afueras de Riohacha en Colombia.
Una de las tantas personas a quien Bermúdez ha ayudado es un venezolano llamado Eduardo Sánchez, quién estuvo en la morgue durante un mes completo porque su familia no tenía los recursos suficientes para pagara el entierro ni para trasladarlo a su país de origen. Su familia, entre lágrimas lo despidió en este humilde cementerio.
“Me siento tranquila y me siento feliz de tener a mi hijo acá”, “Yo sé que podré volver acá por sus huesos, cuando Sonia me diga que es tiempo para sacarlos”, dice entre lágrimas Magaly Valbuena, la madre del difunto Eduardo Sánchez.
Así como Sánchez, Sonia ha ayudado a muchos venezolanos que por la situación del país, van a probar otros lugares buscando salida y encuentran la muerte, desafortunadamente.
“Cuando las familias se encuentran conmigo, están en una situación muy precaria, también he tenido que enterrar a niños que llegan acá al hospital con desnutrición y no sobreviven”, cuenta.
Cuando Sánchez murió, fue encontrado en Maicao, tenía el rostro quemado y desfigurado; así pasó varios días en la morgue. Sus familiares lo buscaron durante días en diferentes morgues hasta que la madre del difunto coincidió con Bermúdez, ésta lo había llevado hasta Riohacha y lo enterró sin cobrarle a la familia.
Esta médico forense ya ha sepultado a varios venezolanos, específicamente 30, ya que no tienen como pagar un entierro debido a la precariedad de su situación.
“A la muerte no le importa si eres de Colombia o Venezuela, todos a la hora de morir deberíamos ser iguales” dice Bermúdez.
Pero no solo los venezolanos han sido beneficiados en este cementerio, ya que esta labor funciona desde los años 80 cuando Sonia realizaba autopsias en la Unidad de Medicina Legal de La Guajira; allí llegaban cuerpos que jamás fueron reclamados y victimas del conflicto armado de Colombia.
Esta mujer cuenta que los cuerpos eran enterrados en una fosa común, desnudos y sin urnas y que de vez en cuando se les colocaba una bolsa en la cabeza para cubrir la cara.
“Me parecía muy injusto cómo sepultaban a estas personas,” dice la forense. “Y me preguntaba por qué a los ricos sí se les daba una digna sepultura y a los pobres no”.
Sonia Bermúdez quiere que un futuro, el cementerio tenga árboles y techos donde las personas puedan visitar a sus familiares cómodamente. Actualmente está buscando la manera de cuidar el lugar de los ladrones. Mientras trabaja en eso, seguirá enterrando a aquellos que necesiten de su ayuda, como los inmigrantes venezolanos que mueren lejos de sus casas.
“Los muertos también tienen necesidades y todos merecemos un entierro digno” concluye Bermúdez.